Por: Carolina Contreras
Un 11 de mayo estábamos en la sala de mi casa hablando después del almuerzo, cuando Kirsten saltó asombrada, contemplando el cielo.
—¿Qué es eso?—preguntó apuntando con su brazo hacia lo alto.
Nati, Kirs y yo salimos corriendo para ver una lechuza preciosa, extendiendo sus alas blancas, dirigiéndose a un palo largo y alto. Se paró dándonos la espalda, bajó sus alas y giró su cabeza a la derecha, unos 180 grados para mirarnos fijamente. Nos miró, la saludamos y ahí giró su cabeza 360 grados hacia la izquierda para mirarnos nuevamente frente a frente. Nos contempló unos instantes, expandió sus alas y voló hacia el horizonte anaranjado.
Volvimos a la casa riendo, exaltadas por esa visita inesperada.
¿Una lechuza volando sin bosque a las 3 de la tarde?
Era una emisaria de Lilith, anunciando su llegada.
Lilith, la misteriosa y mítica figura, la primera mujer, la precursora, la exiliada y auto exiliada, la rebelde por antonomasia.
La primera esposa de Adán, la que se negó a someterse y dejó el paraíso para ser libre y conservar su autonomía.
Según Sandra Lorenzano: “Lilith no obedeció la orden de sumisión que le impusieron; pensaba que era igual a su marido, que tenía los mismos derechos que él porque habían sido creados con el mismo barro, no se sentía inferior, ni débil, ni dependiente. Era una mujer íntegra y como tal quería gozar, al igual que Adán, de la vida y de todo lo que ésta implicaba, incluidos la sexualidad y el erotismo” (1).
Lilith es la mujer que se rebela ante las injusticias y humillaciones y representa un símbolo para liberarse. Es una mujer silvestre y transgresora, ligada a la cara oculta del inconsciente.
En Lilith habitan los deseos reprimidos y los secretos oscuros e inconfesables, esos que no sabemos narrarlos ni para nosotros mismos.
El arquetipo que dibujo en Lilith lo he descubierto con su reconocimiento y su paso: son esas pulsiones inasibles que habitan en los recovecos subterráneos de la psique, en su parte más oscura y enredada, esos temas pendientes del pasado y de la infancia, ese enfado iracundo que pretendemos que no existe y que ocultamos.
Lilith es lo exiliado que nos carcome en pesadillas y arrebatos, eso mismo que al mirarlo e integrarlo nos ofrece un arsenal de recursos infinito.
Lilith guarda los abusos en las memorias familiares. Ella resguarda esa parte de nuestra historia que tantas veces desconocemos y que también necesitamos para comprender lo que somos. Nos guste o no, la historia de nuestra familia es también nuestra historia y el pasado que ignoramos irresuelto nos gobierna y nos dirige, aunque no sepamos verlo.
Ella nos ayuda a sentir en el cuerpo los dolores que cargamos dentro, los que no entendemos, los que más sufrimos y nos señala la premura de nuestras fibras internas. Cuando lo decidimos, percibimos el lenguaje de las células y nos topamos con retos al traducir sus mensajes.
Con Lilith entendemos lo esencial que es el lenguaje. Comprendemos la importancia de extender nuestro vocabulario. Aludimos a la metáfora pretendiendo convertirla en aliada. Nos convertimos en detectives de simbolismos, representaciones y significados, estudiamos etimología y aprendemos astrología.
Es el camino para comprender lo que Lilith quiere decirnos y lo recorremos porque Lilith es la forma en la que conversamos con el inconsciente.
Una de las ofrendas de Lilith es que libera tu alma cuando logras concretarla, cuando le das la libertad que ella anhela eligiendo las palabras exáctas, al nombrar la inmaterialidad de lo intangible, al llegar al núcleo de su energía enrevesada.
Lilith une el trauma con la poesía, porque, como dice Mark Wolynn, “curarse de un trauma se asemeja en muchos sentidos a crear una poesía. Ambas actividades requieren encontrar el momento oportuno y las palabras y las imágenes adecuadas”(2).
Así Lilith nos inspira a darle una salida creativa a las guerras internas que germinan de los deseos y anhelos no expresados y de los tabúes inenarrables que nos oprimen, mientras nos exhorta a liberarnos de la culpa y la vergüenza.
El enfado que resguarda Lilith, esa ira escondida en nuestro interior agazapado, genera consecuencias que aunque exiliadas de nuestro comportamiento cotidiano, siguen estando vivas. Y para desactivarlo necesitamos sacarlo afuera, “drenándolo de los intersticios de nuestro sistema emocional. De este modo, drenando, podemos manejarnos con lo que en realidad somos, con lo que sentimos, con lo que anhelamos. Lilith/Luna Negra nos invita a simplificar las cosas, a esencializar nuestras motivaciones”(4).
El arte se nos presenta entonces como la herramienta por excelencia para drenar los intersticios de nuestro sistema emocional.
Arte significa etimológicamente: herramienta.
La palabra arte incluye una sílaba sagrada que siempre codifica caminos divinos. AR es una de las 3 sílabas sagradas en Egipto. Carnero, Kharma, Tarot y Dharma, son conceptos que incluyen AR y que nos muestran que detrás de esta sílaba hay iniciación y magia.
En la historia de la humanidad, una de las formas con las que se nombra a la maga es la artista. La maga accede a las herramientas para crear realidad propia. Si hablamos de magia, hablamos de creación de realidad. Para crear algo necesitamos herramientas y el arte es un acto de creación que a su vez es herramienta.
El arte se usa para detonar estados cerebrales y mentales, esos estados de consciencia que despiertan la máxima energía, que despiertan la chispa divina. Con el arte empieza el conocimiento que expande la consciencia.
Ignorar desde donde viene el arte, ignorar desde dónde vienen las cosas, es lo que hace que no podamos aprovecharlas. Avidya es un concepto de la India que significa ignorar el origen. Cuando ignoramos el origen de lo que somos y de lo que hacemos, nos convertimos en un pasatiempo. Lo primero que tenemos que hacer para transformar nuestra vida es detectar la avidya que hay en en nosotros.
Lilith no solamente nos ayuda a detectar y profundizar en nuestra avidya sino que la liberación de su arquetipo está imbricada en el arte.
La definición que Jesús Gabriel ofrece sobre arte es reveladora: “acto deliberado que permite al inconsciente drenar sus contenidos a través de una actividad serena y ordena el animo y da sentido a determinados aspectos de la existencia usualmente tenidos como inclasificables, fuera de norma, o incluso proscritos. Se podría deducir entonces que sin un medio adecuado para la expresión de los contenidos del inconsciente, ciertos elementos de nuestra vida psíquica corren peligro de degradarse y convertirse en patológicos”(5).
Expresar nuestra consciencia es mucho más sencillo de lo que suponemos; el problema está en que se le ha sustraído a la humanidad el arte como camino de conexión directa con lo divino.
La mayoría de las personas entienden el arte como un pasatiempo inútil y así lo desperdician. Y sin embargo, cuando observamos atentamente, percibimos que el arte es lo que nos conecta con lo más sagrado de la humanidad, porque el arte es la herramienta más completa y magnifica de la que disponemos para hacer lo que vinimos a hacer: crear realidad.
Con Lilith vemos que el arte es la herramienta por excelencia para drenar los intersticios de nuestro sistema emocional y para transformarlos en una fuente sólida de expresión y creación.
El mensaje más importante de Lilith, su llamado más urgente, es a transformarnos en artistas, a transformarnos en magas.
Con Lilith he descubierto un par de secretos salvajes, he soñado piezas clave y he utilizado mi cuerpo para revelar algún misterio. Con la ayuda de las Artemisias he ido traduciendo sus mensajes porque la Artemisa sabe conectar el mundo de las formas con el mundo sin forma.
Conozco más lo que soy desde que salgo a cazar lo que me da tanto miedo, para enfrentarlo y entregarme al combate, para que su alusión deje de dominarme, para mostrarme sin sortilegios ni trampas lo que me he negado a ver y así desmenuzarlo para entender, integrarlo y transmutarme.
Lilith me llevó a descubrir partes ignoradas de mi origen. Me ayudó a quitar las vendas de mis heridas descarnadas y así pude verlas, supurantes y profundas, pero finalmente libres y listas para sanarse.
El contenido de Lilith es misterioso. Está ligado a la luna negra y a Plutón. Arquetípicamente, la luna es nuestra parte emocional y en Lilith se conecta con Plutón. Las fases lunares muestran diferentes espacios de la emoción: la luna creciente es la emoción que se manifiesta, la luna llena es la emoción en pleno, la luna menguante es cuando la procesas y la luna negra es la emoción que no está. La única forma de escudriñar esa emoción es en el subconsciente y el que tiene esa información es Plutón.
Desde que me acuerdo he percibido mi inconsciente. En mi carta astral la presencia de Plutón es contundente; soy una Sol-Plutón por partida doble y VerdeBendita tiene en un componente esencial a Plutón en el Medio Cielo.
Y entre todo lo que se puede decir de Plutón, es el gran alquimista del zodiaco y el que nos muestra que la alquimia es la forma en la que la consciencia se relaciona con la materia.
Aquí estoy yo otra vez, conociéndome a través de mis escritos, plasmando en palabras las historias que de tantas formas he creado, contando el proceso de inspiración de la más reciente de mis magias: un talismán de Artemisas que se llama Lilith, que creé para mostrarte lo que no has querido ver.
Lo que temes y los recursos exquisitos de los que dispones.
Sé que asusta, como toda paradoja capaz de expandir la consciencia.
Más allá del temor te espera el aprendizaje, ese que me ha permitido usar y transformar la energía contenida en mis temores y bloqueos, en mis apegos reprimidos y en mis demonios clandestinos, para impulsar mis apetitos creadores.
Creando despliego mi visión, la materializo y alcanzo los anhelos recónditos de mi existencia, esos que seguiré expandiendo e inventando, para —como Lilith— ser la artífice indiscutible de mi palabra y mi esencia.
Enfrentar nuestra sombra, contemplarla y conocerla es el primer paso de la magia. Si llegamos a valorarla, si logramos embellecerla, nos entrega todo lo que tiene para darnos, nos ofrenda sus recursos y proezas.
Aquí libero a la Lilith en mí, me apropio de mi cuerpo, mis palabras y mi fuerza. Salgo a la luz explorando con las formas del arte, jugando a descubrir quién soy, agrandando mis recursos y condensando en mis oleatos la potencia de mi experiencia.
Sé que en mi oscuridad habita poder, expresión y belleza y que brilla victorioso el resplandor que me atraviesa.
Soy yo.
Soy luz y sombra.
Soy toda.
Soy completa.
(1) Sandra Lorenzano, La huella de Lilith, https://www.uv.es/~dones/temasinteres/historia/lilith.htm
(2) Mark Wolynn, Este dolor no es mio, p.31.
(3) Gran parte de lo que se expresa en este apartado está tomado de una charla de Jose Luis Parise y Víctor Brossah: ¿Por qué y para qué el arte?
(4) Jesús Gabriel, Lilith: el enfado interior.
(5) Ibid, p.111.
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Que verdades cuentas y con tanta belleza y poesía que hace que descubrir a Lilith en nuestras vidas se asuma con calma y expectación; hay que descubrirla, darle la oportunidad y después de pasar por sus negros velos y explotar en nuestra obra.
Gracias gracias gracias por hacerme recordar la Lilith que llevo dentro